Las implicaciones éticas, sociales, económicas y hasta culturales en torno a la prevalencia del hambre son inmensas.
Estos son los datos: en 19.25 millones de hogares hay niñas, niños o adolescentes, de ese total, en 3.71 millones “algún menor tuvo poca variedad en sus alimentos”, en 2.73 millones “algún menor comió menos de lo que debería comer”, en 2.75 millones “a algún menor se le tuvo que servir menos comida”, en 1.42 millones “algún menor sintió hambre, pero no comió”, en 1.24 millones “algún menor comió sólo una vez al día o dejó de comer todo un día” y en 1.27 millones de hogares “algún menor se tuvo que acostar con hambre”.
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