Los celos pueden cegarte y llevarte a hacer cosas de las que después te arrepientas. Aclara tu mente y evita que te gane el impulso.
Los celos no son específicos de un género; todos los hemos sentido y todos en alguna ocasión hemos actuado impulsivamente. Si bien es cierto que hay personas que son celosas a ratitos, hay otras que padecen celotipia; celos obsesivos que se pueden percibir hacia personas cercanas, como parejas, familiares y amigos.
Cuando tenemos un ataque de celos perdemos el control y recuerda, “el celoso no sufre por lo que ve, sino por lo que se imagina”, así que antes de actuar y arruinar cualquier cosa, respira, piensa frío y en serio, no hagas nada de lo que después te puedas arrepentir.
Para empezar, no obligues ni le prohibas nada al otro. Esta actitud lo único que hará es que la otra persona se sienta controlada y de plano no quiera estar contigo. Nadie es dueño de nadie y una relación sin confianza, simplemente no funciona.
No lo o la acuses. Si no estás seguro de aquello que te está causando celos, habla con tu pareja sin exaltarte y no des por hecho cualquier situación mala. Explícale lo que sientes y cómo te sientes, pero sin violentarse.
El celular es algo personal; si lo revisas, ya estás invadiendo su privacidad. No es que vayas a encontrar algo o igual y sí… ¿Y luego?
Vas a pedir una explicación que te hará sentir igual o peor y a final de cuentas nada se solucionará. Además, esto es algo de respeto, que no se te olvide.
Si tienes dudas, pregunta. No hay nada mejor que hablar las cosas de frente y si resulta que tu pareja te pone los cuernos, no te enganches. Es difícil soltar, pero es peor arrastrar una relación que no va a ningún lugar.
Y por lo que más quieras, no trates de encelar al otro… A veces uno supone cosas y cuando actúa en venganza, se da cuenta de que la regó y no hay marcha atrás. Mantén la cabeza fría, olvida el orgullo y sé honesto.
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