Luis Velázquez
Veracruz.- Hay días y noches sórdidas y siniestras en Veracruz. En el último informe de Seguridad Nacional, la tierra jarocha en los primeros lugares de los delitos. En todo caso, aquí se reproduce el modelo en el país. México arde. Y como cuenta la canción “Los animales de la granja” de “Los tigres del norte”, la “Suave patria” de Ramón López Velarde es hoy un infierno. Aquí, en el Golfo de México y allá en el Océano Pacífico y en la frontera norte.
La historia comenzó desde los sexenios priistas dice el politólogo Carlos Ernesto Ronzón Verónica, tiempo aquel cuando cada gobierno tenía su cartel y sus capos.
Y lo peor, con los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón (150 mil muertos en su sexenio), el modelo tricolor se reprodujo.
El capo preferido de Fox, dice Ronzón, y que también ha publicado Ricardo Ravelo Galo, fue Joaquín “El chapo” Guzmán, quien se le fugara del penal de alta seguridad de Los Altos, Jalisco, cuando Enrique Pérez Rodríguez, secretario de Educación, era director de Prevención y Readaptación Social.
Fugado “El chapo”, extendió su dominio en el país. Incluso, hasta contrató a “Los Maras”, la temible banda de América Central, reconocida en Estados Unidos, y Guzmán Loera fue entregando, uno a uno, a sus enemigos, al Foxismo.
Y, cierto, unos narcojefes caían tras las rejas penitenciarias, pero al mismo tiempo, otros se imponían.
EL PAÍS DE LOS CADÁVERES
Dice Ronzón:
“El chapo”, además, invadió territorios que pertenecían a otros carteles y el relajo se armó. Y la disputa por las plazas nacionales se recrudeció. Y las calles, las avenidas, los pueblos y las carreteras se llenaron de muertos, y el país fue, sigue aún, convertido en un río de sangre y en un valle de la muerte.
El país de los desaparecidos. La nación de los asesinados. La república de las narcofosas.
Y en la pelea, y cuando con Calderón el ejército ya estaba en las calles, los carteles se reacomodaron.
Y fueron extendiéndose en la geografía nacional, y de pronto, zas, procedentes de Tamaulipas entraron a Pueblo Viejo y Pánuco y Tantoyucan, infectando el norte de Veracruz y que luego fue multiplicándose más y más hasta llegar al momento actual, en que todos los días hay ejecutados y de paso han arrasado con la población civil.
Lo peor: a veces pareciera que las familias se han acostumbrado a que la sangre fluya, imparable, olorosa a violencia.
TODOS LOS POLÍTICOS TIENEN SU CARTEL
Según Ronzón, las elites políticas encumbradas en todos los países pactan con sus carteles.
En México, por ejemplo, la DEA ha reclamado a los ex gobernadores priistas, Eugenio Hernández Flores (preso en Tamaulipas) y Tomás Yarrington (preso en Italia) acusados de trabajar con los malandros, de tal forma que a cambio de cuotas millonarias en dólares les concesionaban el usufructo del territorio estatal.
En Veracruz, por ejemplo, entre Fidel Herrera Beltrán y Miguel Ángel Yunes Linares, se han acusado de sus ligas con Pancho Colorado, el famoso “Señor de los narcocaballos”, preso en Estados Unidos, y quien tenía como su operador contable a un hermano del diputado federal, Alberto Silva Ramos (¡y a mucha honra, qué caray!).
Antes de que el PRI perdiera Los Pinos existía un solo capo con quien las cúpulas políticas solían trabajar.
Y cuando los panistas entraron a Los Pinos, el relajo se armó, pues entonces los arreglos eran con varios carteles.
Hoy, y con el cambio de los nuevos gobernadores ocurrido el año anterior a la fecha, entre ellos, Veracruz, Tamaulipas, Tabasco, Chihuahua, Nuevo León Quintana Roo, Puebla, Guanajuato y Durango, el país se ha descompuesto más, pues los capos siguen mostrando el puño y el músculo para adueñarse de cada una de las plazas.
LA INSEGURIDAD DESCARRILARÁ AL PAN
Según Ronzón, a los carteles tradicionales que estaban se ha agregado el Cartel de Sinaloa, con todo y que “El chapo” está preso en Estados Unidos, soñando con la filmación de una película sobre su vida, de igual manera como Penélope Cruz y Javier Bardem ya filmaron la vida del colombiano Pablo Escobar Gaviria.
Por eso, Veracruz está permeado por el narco en todos lados, de tal manera que como sucede en el resto del país, los niños suelen jugar a los malandros y cada quien desea nombrarse el jefe máximo.
Y más ahora, cuando por un lado, hay un gobernador que lleva casi once meses y un presidente de la república, Enrique Peña Nieto, terminando el quinto año del sexenio, el año fatídico, el año maldito como le llamaba don Daniel Cosío Villegas.
La lección de la historia es muy simple dice Ronzón:
En la Decena Trágica de la (in)seguridad, los panistas llegaron a Los Pinos con Fox y Calderón.
Pero al mismo tiempo, el tsunami de la violencia sacó a los panistas de la presidencia de la república entrando de nuevo el PRI con Enrique Peña Nieto.
Y si el tricolor tiene en riesgo el triunfo electoral el año entrante para conservar Los Pinos, en Veracruz, el boomerang puede lanzar al PAN de la silla embrujada del palacio principal de gobierno de Xalapa.
Más allá de que las ejecuciones diarias estén concentradas en unos cuantos municipios, el riesgo político electoral está vigente.
La seguridad en la vida y en los bienes, más la corrupción política, lanzaron al PRI con Javier Duarte del palacio, lección suprema de la historia.
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