Bruno Díaz Bruce
Las 4 camisas a cuadros talla grande que tenía Javier Duarte en el penal de Guatemala son, de acuerdo a información que me proporcionaron, propiedad de un jefe Mara de dimensiones corporales similares. El ex gobernador no se ha quejado ni lo hará, fue un “tributo”...
Bruno Díaz Bruce
Las 4 camisas a cuadros talla grande que tenía Javier Duarte en el penal de Guatemala son, de acuerdo a información que me proporcionaron, propiedad de un jefe Mara de dimensiones corporales similares. El ex gobernador no se ha quejado ni lo hará, fue un "tributo" para "llevar la fiesta en paz", al menos por unos días, "mientras el que manda al interior no diga lo contrario".
A días de celebrarse la audiencia para su extradición, y suponiendo que la pasará "menos peor" o "mejor" en una cárcel mexicana, Javier Duarte ha decidido cooperar para alcanzar su "traslado", es decir, se allanará sin oponer traba jurídica alguna.
Entre la población de Maras en el penal, al de Veracruz suelen llamarle "el mexicano", aunque hay "banditas" más suaves que le nombran "el Javier". El ex gobernador no ha hecho amigos ni tampoco hay alguien que muestre ganas por estar con él. Continúa tomando ansiolíticos y antidepresivos, cada 24 horas.
Me informan que los motivos de Duarte para aceptar su extradición son, además de huir del bullying psicológico que le propinan los otros internos, estar más cerca de su familia materna, así como de sus hijos, aunque éstos últimos no se encuentren físicamente en México, por el momento.
El ex gobernador sabe que los delitos por los cuales le requieren en México son, cuando menos, siete: delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita (los más graves, librados por un Juez de la Ciudad de México), así como tráfico de influencias, incumplimiento de un deber legal, abuso de autoridad, peculado y coalición (los más leves, concedidos por un Juez en Xalapa, Veracruz).
Javier Duarte tiene claro que si se allana al proceso de extradición, los trámites se agilizarían y en cuestión de días viajaría a México para enfrentar todas sus acusaciones, además del desprecio generalizado de la opinión pública de su país. Aún así, me confirman lo considera "menos mal" que estar en lo que sus allegados han bautizado como "un infiernillo".
La próxima ocasión que veamos al ex gobernador en pantalla, ese cercano día cuando celebren una nueva audiencia de extradición, su cara será muy distinta a la observada cuando ingresó al penal de Matamoros. Javier Duarte desespera por aceptar allanarse, le urge, su estancia en la prisión de Guatemala le ha hecho valorar el tradicional "México lindo y querido".
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